Oda al pulpo a la Gallega,
Con muchísimo criterio en gallego
sería “polvo á feira” y su riqueza a lo largo de los tiempos siempre ha sido la
mismo; rico, cultural, sencillo, sabroso con tradición, historia y con gracia.
Gracia la que me hace ver como en antaño señoras con la cabeza cubierta
arreaban “so manta de palos” a los pulpos para dejarlos listos -fibras rotas-
para meterlos en las ollas de cobre y empezar el ritual de la cocción.
Este plato lo rodean una serie de
curiosidades como la recién contada, pero desde el “susto” que hay que darle 3
veces antes de meterlo en la olla para que “se entere de lo que le espera”,
hasta la gracia de cocer los “cachelos” esas patatas, que sólo hay en Galicia y
que le dan al pulpo su alegría y encanto; su feria (“feira”).
Hablando de “feira” me voy a sacar
de la manga la etimología, a ver si cuando acuda a google (o igual no lo hago - y vivo con mi historieta, lo adivinamos).
Tiene toda la pinta, que el nombre, viene de como antiguamente (y hoy) era un
plato que se vendía en ferias de ganado y mercaderías, como por ejemplo la “feira
de Moeche” la cual recomiendo y he conocido, ahí encuentras artilugios que uno –urbanitas-
no ha visto nunca o porque solo los gallegos saben para que sirve. Pero
volvamos a la “feira”, yo también he visto como las pulperías (las señoras y
las ollas de cobre) se ponen en las calles aledañas a bares y te venden un
plato de pulpo recién hecho y cortado, eso es una delicia, sobre todo cuando
uno lleva “en lo alto” muchos kilómetros de camino de Santiago. Es por eso lo
de las “feiras”, creo yo… diga Alexa y su prima lo que diga.
La comunión perfecta es la del
pan de bolla Gallego igualmente es un –only
en Galicia – la textura y la “crujentía” de ese pan no tiene parangón, ya
pueden ponerse en Francia como quieran que este pan es el mejor del mundo, y
cuando lo mojas en el Aceite+Sal+Pimentón se crea una delicia, un bocado
sublime, perfecto, crujientemente amenizado con la blandura del pulpo (que no
es fácil cogérsela, ya te lo digo yo), creo que es el hedonismo en su momento
más álgido, pues como la sencillez de la conjunción de los ingredientes hace
que el plato sea perfecto, nacional y sano.
Creo que puedo llegar a decir que
como en Galicia el pulpo a la gallega no sabe igual, parece como que el pulpo
debe ser pescado en aguas gallegas (no valen asturianas o portuguesas), los
cachelos – of course- gallegos, del campo gallego, me vale cualquier campo de
Lugo, Orense, Coruña y un largo “etc” provincial, y sobre todo el plato, sí, el
plato, hablemos de ese plato. Nadie se puede ni imaginar la importancia que
tiene el plato de madera donde hay que comer el pulpo, ese plato de madera circular
(nada de cuadrado o modernuras), ahí va un truco; que el plato se empape con
agua del pulpo cocido le da aún más sabor al pulpo, porque esos platos
absorben líquidos, como liquido absorben
los eucaliptos gallegos (tan de moda ahora) pues eso, la madera del plato
redondo gallego se moja con ese líquido que le da más alegría y “enxebrismo” al
pulpo a la gallego, y para terminar, la pinta que tiene un plato de pulpo a la
gallega en Galicia no lo tiene en Madrid, Barcelona u Oviedo, que no, joé, que
el Pulpo a la Gallega - solo el mejor - está en Galicia, así que vayan vayan…